Los faros de los coches actuales están hechos de policarbonato. Un plástico que hace años sustituyó al cristal por poseer una mayor resistencia al paso del tiempo, a los golpes y a las inclemencias meteorológicas.
Pero que sea un material tan duradero y al mismo tiempo tan expuesto, supone que se ensucie con el paso de los años y que los faros se vayan volviendo opacos, un hecho que puede poner en tela de juicio tu seguridad: verás y te verán peor. Esto puede desencadenar una multa, si las autoridades observan que están excesivamente deteriorados o no pasar la ITV si los evaluadores consideran que tu coche no cumple con los requisitos mínimos de iluminación.
