Primera hora de la mañana de un día de invierno, después de una gran nevada. Nos subimos a nuestro coche con el abrigo puesto y las prisas habituales. Metemos la llave en el contacto, pero, ¡espera! no arranca: ¡LA BATERÍA...!
Esta situación se puede dar una vez llegado el invierno y el frío. No es una avería, tranquilo, es simple física y en este título te explicamos “por qué” y, lo más importante, cómo evitarlo.
Aunque no seamos conscientes porque no podemos verlo, el frío afecta a todos los componentes del coche. Desde las baterías a otros elementos como los neumáticos (que pueden perder presión), el aceite (que puede perder viscosidad) o las luces (que se pueden empañar y se reducirá nuestra visibilidad).