En septiembre de 2009 entró en vigor la normativa sobre emisiones Euro 5, la cual dictaba un nuevo límite de emisiones de partículas contaminantes y obligaba a todos los fabricantes de coches a desarrollar nuevos sistemas de reducción de emisiones que hicieran de sus vehículos, coches más limpios.
Uno de los dispositivos que, fruto de esta normativa, vio la luz, fue el filtro antipartículas. Este componente se volvió parte indispensable en todos los coches diésel y, desde hace apenas unos meses, de los coches de gasolina de inyección directa.