Los altos niveles de contaminación del aire con los que los residentes de las grandes ciudades deben convivir están provocando que los organismos gubernamentales activen diferentes Protocolos por Contaminación que afectan, de manera estricta, al tráfico rodado que accede a los núcleos urbanos.
De este modo, se permite una reducción de las emisiones contaminantes a la atmósfera, y, por consiguiente, se obtiene una mayor calidad del aire. Estas restricciones al tráfico se regulan mediante las ya famosas etiquetas ambientales de la Dirección General de Tráfico (DGT), las cuales quedan distribuidas de la siguiente forma:
- Etiqueta Cero Emisiones: para coches eléctricos de batería o híbridos enchufables.
- Etiqueta ECO: para híbridos no enchufables, enchufables con menos de 40 kilómetros de autonomía o de gas natural.
- Etiqueta C (verde): coches de gasolina posteriores a enero de 2006 o diésel a partir de 2014.
- Etiqueta B (amarillo): para vehículos de gasolina posteriores al 2000 o diésel a partir de 2006.
Dependiendo del escenario activado debido a la contaminación del aire, se restringirá el acceso, principalmente, a vehículos sin etiqueta ambiental, así como coches con etiquetas B y C. Para controlar que los coches que circulen por la zona lleven la etiqueta ambiental adecuada se implantan controles de verificación de la Policía que identifican los vehículos y autorizan su acceso.
Pero, ¿qué ocurre si circulo con un coche no permitido cuando el protocolo por contaminación está activo?
En el caso de la ciudad de Madrid, los conductores que accedan a las zonas restringidas al tráfico cuando el protocolo por contaminación esté activo con un coche no autorizado (por etiquetas ambientales) se enfrentan a una sanción económica que asciende a 90 euros, una cantidad que se verá reducida a la mitad si el infractor se acoge al pronto pago.
Otro método empleado para controlar los niveles de emisiones en la ciudad son los conocidos radares anticontaminación. Estos dispositivos se encargan de medir, mediante un sistema de teledetección RSD+ con rayos infrarrojos y ultravioleta de baja intensidad, las emisiones reales de los coches a cierta distancia de sus tubos de escape.
Así, estos nuevos radares, que operan desde junio en Madrid, detectan las emisiones de monóxido de carbono (CO), óxidos y dióxidos de nitrógeno (NO y NO2), y dióxido de carbono (CO2). El objetivo es detectar anomalías provocadas por una avería en el motor del coche, así como cualquier manipulación en el filtro de partículas o válvula EGR, sancionando de inmediato al conductor.