“¡El culo bien metido y la espalda recta!” solíamos escuchar en el colegio. Era una forma de intentar que estuviéramos quietos pero, sobre todo, era una técnica probada para ayudarnos a mejorar nuestra atención. Lo mismo es aplicable a conducir.
Si a eso le sumas la velocidad de desplazamiento y los bandazos de alguna curva mal tomada, la postura al volante también nos ayudará a evitar lesiones y contusiones. Al final, la conclusión es clara: aunque tengamos el coche más fiable del mundo, la seguridad depende de nosotros.
Lo más importante es llegar sin problemas a todos los controles de nuestro vehículo (volante, palanca de cambios, acelerador, freno y embrague) con pies y manos relajados. El cuerpo no puede ir ni muy apretado ni demasiado estirado, así que tanto si eres de los que llevan la barbilla pegada al volante como de los que se creen Fernando Alonso y se colocan a 2 metros de los pedales en posición casi horizontal… empieza a cambiar de hábitos.
Precisamente por eso, los volantes multifunción son tan buena idea. Porque nos evitan tener que estirarnos hasta el salpicadero, además de estar pendientes del volante y los pedales.
El asiento es lo primero a revisar con el coche parado. Una vez acomodados, hay que ver si la altura y la distancia es correcta respecto a los elementos de conducción. Para encontrar el punto idóneo, disponemos de tres elementos importantes: