Las restricciones de tráfico en las ciudades españolas por la alta contaminación ya están instauradas en nuestro día a día. Y no es para menos: el aire es invisible (salvo la “boina” que se deja ver de lejos en algunas ciudades) pero sus efectos sobre la salud, no.
Así que actualmente las ciudades cuentan con estaciones de seguimiento de polución, que miden las concentraciones de distintos agentes que generan la contaminación del aire: dióxido de azufre, partículas en suspensión, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, benceno, ozono, plomo, arsénico, cadmio, níquel e hidrocarburos aromáticos policíclicos.