La llegada de los ordenadores personales, de Internet y, posteriormente, de los teléfonos móviles inteligentes (‘smartphones’) ha provocado que las personas estemos en constante conexión y recibiendo información en cada momento. Entre los ejemplos de este fenómeno destacan que nos podamos enterar de algo que ha sucedido en la otra punta del planeta casi de forma instantánea, que podamos saber el tiempo que va a hacer mañana en un país tan lejano como Madagascar o que se pueda dejar programado el frigorífico para que haga un pedido ‘online’ en cuanto note que faltan algunos de nuestros alimentos favoritos.
Esta tendencia se ha trasladado a todos los ámbitos de la vida y los automóviles no podían ser menos. La conectividad es uno de los campos en los que más se está avanzando en la actualidad en el sector de la automoción. De esta forma, los coches que se venden hoy día son capaces de incorporar diferentes dispositivos y tecnologías que los interconectan con otros vehículos y también con las infraestructuras y con las autoridades, como un paso previo a lo que derivará en la conducción autónoma o automatizada, que se extenderá desde finales de década.
En el campo de las flotas, la conectividad y la telemática se han convertido en dos términos fundamentales a la hora de equipar a los vehículos corporativos con los últimos avances, ya que no sólo son útiles a la hora de mejorar la seguridad vial, en general, y de los conductores, en particular, sino que también sirven para aumentar el rendimiento de la inversión en vehículos realizada, para optimizar los trayectos, reducir los gastos en combustible o de mantenimiento y también para rebajar los tiempos de desplazamiento.
