España es un país de contrastes. Cuando uno la recorre en coche de norte a sur y de este a oeste, encuentra paisajes totalmente dispares entre sí: desde espectaculares playas hasta zonas desérticas, pasando por montañas llenas de vegetación que tienen poco que envidiar a una postal suiza. Una de ellas es la Sierra de Gredos que se enmarca entre las provincias de Salamanca, Cáceres, Ávila, Madrid y Toledo.
Otoño es una época muy especial para visitarla: el manto de encinas, alisos, abedules, álamos y castaños que recubre sus cordilleras se vuelve ocre y amarillo intenso. Sus hojas caducas van tiñendo los caminos, recorrerlos es como trasladarse a un cuento. Hay otra característica que hace de la Sierra de Gredos un lugar único: es un enclave de pura naturaleza a solo dos horas de Madrid y a una de Ávila.
