La mayor parte del tiempo que dedicamos al proceso de compra de un vehículo para nuestro negocio se destina a la selección del modelo en cuestión y de sus características y equipamientos. En lo que habitualmente no se pone tanto interés es en analizar las diferentes posibilidades de financiación a las que se puede tener acceso y que, en función de lo que se esté buscando, pueden adaptarse más o menos a nuestras necesidades profesionales y de ocio y ahorrarnos muchos disgustos y dinero.
Los profesionales que necesiten adquirir un nuevo vehículo, una vez que se han decantado por el modelo y por sus características, tienen que pasar a la segunda fase del proceso: elegir cómo lo van a pagar. Con Toyota eso es sencillo, dejando a un lado el pago en efectivo, que es un método poco habitual (y menos en el entorno de las pymes y de los autónomos), ofrece un menú a la carta en el que se puede elegir entre las fórmulas del renting, del leasing y de la financiación tradicional (crédito).
El renting o alquiler a largo plazo con servicios añadidos de Toyota es la opción más utilizada por las grandes empresas, aunque está ganando cada vez más adeptos entre autónomos, pymes y clientes particulares. La razón de su popularidad es que en una única factura concentramos todos los pagos relacionados con la movilidad corporativa, olvidándonos de impuestos, del mantenimiento, del seguro o de la letra del coche.
Optando por este método de financiación no tendremos que preocuparnos más de si hemos renovado el seguro del coche, de si tenemos que cambiar las ruedas o de si hemos pagado la tasa de circulación de nuestro municipio. Está todo incluido en la mensualidad. Un servicio ‘llave en mano’ que nos permitirá centrarnos en nuestro negocio y no perder el tiempo con papeleos.

