Las empresas, los autónomos y las pymes siempre están buscando reducir todo lo posible sus gastos, con el fin de maximizar la rentabilidad de sus negocios y de afianzar la viabilidad de su actividad. Uno de los capítulos a los que se dedica más tiempo es a la elección del vehículo que se va a utilizar para el desarrollo del trabajo diario. Habitualmente se analizan las características del mismo (equipamiento, capacidad de carga o motor), pero es muy habitual que las opciones de elección del gestor de flota solo pasen por hacerse con un modelo diésel o de gasolina.
A menudo se suele tener muy en cuenta el precio de adquisición final del vehículo o la cuota mensual de renting, pero uno de los aspectos que más va a determinar los gastos totales de utilización de un vehículo corporativo va a ser el consumo de combustible, debido al elevado número de kilómetros al año que suelen hacer los profesionales que necesitan un vehículo para desarrollar su actividad profesional.
Según datos del Observatorio del Vehículo de Empresa de Arval, un conductor particular realizar una media de 12.000 kilómetros al año con su coche, mientras que los conductores de empresa elevan esta cifra hasta 22.000 kilómetros al año. Con la crisis ha descendido el kilometraje que hacen los particulares, mientras que los registros de los profesionales no paran de incrementar.
Todo ello no hace sino resaltar la importancia de vigilar muy de cerca el consumo de combustible del coche que se va a adquirir para una empresa, ya sea grande, pequeña o mediana, o para el negocio de un autónomo.

