Esta creciente relevancia ha venido de la mano de una mayor conciencia por la contención de gasto en las compañías, tanto grandes como no tan grandes, en todos los ámbitos de su negocio, desde el ahorro en los materiales de oficina, pasando por la bajada de los gastos de recursos humanos y disminuyendo también todas las partidas relacionadas con la movilidad de los trabajadores.
Una de las medidas más habituales en los tiempos de escasez económica por parte de las empresas ha sido la reducción del número de vehículos de su flota corporativa, aunque esta acción no es la única.
El gestor ha pasado a tener un papel fundamental en el control de los vehículos, no sólo en lo que se refiere al número y tipo de los mismos, sino también en todo lo relativo a recorte del gasto por unidad, a la mejora en el consumo de combustible de los automóviles, al incremento de la seguridad o a la introducción de nuevas soluciones telemáticas orientadas a mantener una supervisión constante de su flota en tiempo real.
